Sesión Aceitunas
#relatosabocados:
- A veces, cuando viajamos, nos desprendemos de lo cotidiano, del recuerdo de nuestros hogares. Pero otras tantas, cuando se está demasiado tiempo en un mismo lugar, también sucede que olvidamos nuestro origen. Y ese origen no se refiere necesariamente a un lugar.
Quienes se empeñan en decir que son muy de un sitio, a veces olvidan que ese sitio tiene ese paisaje o esas costumbres gracias a que han estado los pacientes, los estables o los aburridos, es decir, los de siempre, en su mayoría satisfechos con lo que tienen; los que no encuentran camino o quienes están siempre cansados como para desprender los pies o emprender sueños. Pero también gracias a que han quedado los varados; o quienes han pasado por ahí perdidos, los transeúntes, los viajeros o los apátridas en tránsito. En ocasiones excepcionales, la tierra es bendita por los genios, los emprendedores, los integradores, revolucionarios o visionarios.
La identidad está marcada a fuego con copyright, se le quiere delimitar a un territorio, a cierto tipo de gente, clasificar por sonidos o xenotipos; pero eso solo lo ve así quien no ha levantado la vista de su puesto ni ido un paso más allá, quien no se ha sentido invitado por la rotación de la tierra a rodarla -acariciarla con pasos- a través de sus meridianos.
Hoy se plantean retos a la pertenencia, a los nacionalismos y banderas. La globalización guerrea con los regionalismos, cuando en realidad se debe a ellos, pues origina la apreciada diferencia para que cada región del mundo ansíe de la otra lo que carece y viceversa. Ahora que en los discursos se ofrecen soluciones de territorialidad como marcar zanjas culturales que se convierten en áridos cañones o construir altos muros que terminan formando vertederos humanos en mares -antaño proclives al intercambio y al comercio-, es necesario recordar que todos somos polvo de estrellas, de fabricación átomica y que compartimos los mismos rasgos emocionales como especie humana. El secreto a la prosperidad nos lo mostró el universo, integrando sus variadas partículas para formarse, aunque tuvieran que pasar milenios para que las magmas, afanosas en causar destrucción, se enfriaran y las turbulencias, inspiradas en intoxicar de miedo, amainaran... para dar paso a la vida y a la convivencia.
Viajar es como cuando se comen aceitunas suculentas, recogidas por campesinos turcos, aliñadas en casa con una receta que la vecina griega le compartió a tu abuela española en su día y se la llevó como gesto de 'no te olvido, no te olvides de tus raíces' a su hermana en América, que a su vez mete en un tupper para acompañar la solitaria travesía de su hijo explorador por el Ártico.
La oliva debe su enigmático sabor a su historia de cultivo inmigrante, aliñado por la sabiduría de cada pueblo, ungida por la diversidad.